Obligatorio el asesinato

Ideología oficial de columnista; ex socialdemócrata.

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Detestamos sobre todo en alguien a sus plagiarios, quiero decir admiradores. El tono X, la voz de ese alguien, acaparada como un disfraz por sus admiradores denota todo lo que ésta tiene de fantasía retórica, de maquillaje coqueto y odioso. Entonces, son sus admiradores los primeros síntomas de una decadencia.

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La admiración, en literatura (y supongo que en otras artes), es como el enamoramiento, y perdón si suena cursi: el juego emocional se le parece, a grandes rasgos. Esos picos; extremos en lo alto y en lo bajo. Algunos pueden estar enamorados toda la vida pero eso es complicado y la aceptación de la propia vacuidad; si se manejan ciertas ambiciones la admiración suele convertirse en odio, en ataque. Hay tantos casos. Me acordaba de una entrevista que le hizo Espada a Umbral y que tenía por ahí, en un email; hablo del caso de Umbral y Marsé. Umbral gana el Cervantes; en la entrevista Espada, frío y preciso, deja a la intemperie lo que tiene de tosco y simplón el personaje. O, simplemente, lo que el personaje tiene bajo el personaje. Ahí está el periodista.
P. Aquí, en el periódico de hoy, viene Marsé, Juan Marsé, que dice.... Esto: "Este premio es la culminación de la prosa sonajero en el mundo madrileño. Que suene, pero a mi me interesa la imaginación creadora al servicio de la ficción literaria, no los fuegos artificiales de la lengua y mucho menos ese manierismo castizo y ese tan celebrado tintineo verbal del desmesurado ego del señor Umbral, un pozo de vanidad que ofende la memoria de la tradición novelística española".
R. Muy bien. Espere usted. Ahora vuelvo.
P. Sí, claro...
R. ...Aquí está... El tintineo... Ya verá el tintineo. Esto es una edición de Si te dicen que caí. Está dedicada. Dice: "Para Paco Umbral, el amigo, el escritor, el niño que fue, conmigo, de la postguerra, y del cual he robado estampas e imágenes, de su amigo, con un abrazo. Juan Marsé, Barça, diciembre 1974". Le voy a hacer una fotocopia porque sería interesante que la reprodujera en el periódico, con su grafía. Para que se vea bien el manuscrito. Entonces... ¿qué le ha pasado a Marsé que ya no me roba sino que me insulta? El sabrá. Porque si yo tintineo ahora, también tintineaba hace veinticinco años.
P. No hay duda.
R. Pues eso. Yo respeto mucho a Marsé. Me parece un gran novelista. Siempre he hablado bien de sus libros y he escrito bien de sus libros. ¿Qué le ha pasado? El sabrá. Tal vez es que no llegó ni a las votaciones del Cervantes.
Sí, lo importante es el respeto. Un respeto hondo, íntimo, como quien dice, más allá de ese respeto educado que aireamos ante los mayores.

Y si se plagia, efectivamente, es obligatorio el asesinato. Por ejemplo, a Valle, tantos castizos después, y ninguno ha podido con él.

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