EL OTRO FINAL DE... THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW
La esquela del doctor Frank N. Furter no apareció en ninguna publicación científica, tan sólo obtuvo el reconocimiento de una asociación pro lujuria creada por tal motivo, presidida por el insigne profesor Everest Scott, quien presenció la muerte de su maestro a manos de su sirviente Riff-Raff y el posterior despegue hacia el planeta Transexual.
En tierra quedaron también Brad y Jannet, que asociados con el profesor Scott hicieron causa común en defensa del látex. Inspirados en Frank, empezaron por sus famosos guantes de fregar de color rosa que tan buen resultado le dieron en la creación de Rocky. Así nació la marca Pink Rocky con la que inundaron el mercado.
La pareja por fin consiguió casarse al poco tiempo de la desaparición de su mentor. Ambos, desvirgados por Frank en su castillo e iniciados por él en el mundo del ‘sexo surtido’, se prometieron fidelidad ante el cura de su pueblo, el padre Caplan, apodado con malicia ‘el bofetadas’ por su costumbre de repartir hostias en la catequesis.
Cansados como estaban de la insulsez de sus familias, invitaron a los amigos de Frank, quienes acudieron con sus motos atraídos por la previsible juerga. Acabaron todos al día siguiente en comisaría al descontrolarse la pistola láser de rayos antimateria con la que alguien empezó a jugar.
“No lo sueñes, vívelo”; ese fue el lema que marcó su vida, por eso sus discípulos siguieron sus enseñanzas hasta el final y abrieron un local de alterne en Hollywood que rápidamente tuvo un éxito brutal. Tanto que pronto nacieron franquicias a nivel planetario llevando hasta el último rincón de la tierra el sueño de Frank: teñir el mundo de rosa e inundarlo de lujuria. Su leyenda se ha llegado a comparar a la de Elvis; todo el mundo quiere visitar uno de sus locales y tener unos Pink Rocky en su cocina, incluido el presidente, que en su discurso navideño desde la Casa Blanca no dudó en hacer gala de ello, subiendo en las encuestas hasta cotas jamás conseguidas.
Actualmente, Brad y Jannet son asesores a tiempo parcial y cobran una millonada por hacerse una foto. Desde la vieja Europa hay un presidente que los llama todos los santos días, pero ellos, de momento, le van dando largas.