Rolando Hinojosa-Smith es estadounidense pero escribe en lengua española. Sus personajes pululan por el Valle del Río Grande y nos recuerdan un poco a los textos de Juan Rulfo. Sin embargo la prosa es más barroca, algo caliente y visceral, y también humorística en ocasiones, y a mí me ha hecho pensar en algunas de las novelas de Camilo José Cela (uno de los grandes escritores contemporáneos, pese a su mala fama), tanto por la relación de personajes broncos y a veces estrafalarios que van y vienen por las narraciones como por ese estilo que me gusta tanto, consistente en preguntar algo sobre el personaje y responderlo a continuación, como si el narrador diera la voz a dos criaturas a las que no da nombre (eso lo hacía Cela a menudo). De ello hay una muestra en el fragmento de abajo (y aprovecho para comentar que es una pena que este autor apenas se conozca más allá de los Estados Unidos):
EMILIO TAMEZ
A Emilio Tamez le falta la oreja derecha. No nació así, se la cortó el menor de los Murillo en la cantina de don Florentino.
¿Como una rebanada de pan?
Así; igualito.
Emilio Tamez cojea, resultado de un accidente cuando tendría unos once años. El Emilio andaba saltando de vagón en vagón cuando se resbaló en un pedazo de bróculi y ¡zas! al suelo, cabrón. A pesar de las sobadas y el aceite volcánico, la pierna izquierda le quedó más corta que la otra.
Ahora, para compensar, cojea de la pierna izquierda y no oye por el oído derecho. Emilio sabe leer y escribir en inglés y español; con todo eso, no se le quita lo pendejo.
¡Hazte un lado, chueco, jijo-de-la-chingada!
[Xordica Editorial]
EMILIO TAMEZ
A Emilio Tamez le falta la oreja derecha. No nació así, se la cortó el menor de los Murillo en la cantina de don Florentino.
¿Como una rebanada de pan?
Así; igualito.
Emilio Tamez cojea, resultado de un accidente cuando tendría unos once años. El Emilio andaba saltando de vagón en vagón cuando se resbaló en un pedazo de bróculi y ¡zas! al suelo, cabrón. A pesar de las sobadas y el aceite volcánico, la pierna izquierda le quedó más corta que la otra.
Ahora, para compensar, cojea de la pierna izquierda y no oye por el oído derecho. Emilio sabe leer y escribir en inglés y español; con todo eso, no se le quita lo pendejo.
¡Hazte un lado, chueco, jijo-de-la-chingada!
[Xordica Editorial]