John Fante: Llenos de vida.
Anagrama. Traducción de Antonio-Prometeo Moya.
Llego a John Fante por su hijo Dan, autor de Fante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia (Sajalín editores), aunque fue Bukowski quien lo rescató del olvido en los setenta al aludir a él como su gran influencia literaria, «su dios».
Publicada en 1952 en un Estados Unidos donde se fuma hasta en la sala de partos, Fante narra en Llenos de vida los meses previos al nacimiento de su primogénito. Es su cuarta obra y ninguna ha tenido gran éxito. Tardaría veinticinco años en volver a publicar.
Hacía mucho que no reía con un libro y me sorprende el descubrimiento: el hombre capaz de arruinar una vida en veinte palabras (sic) está dotado, como escritor, de una extraordinaria vis cómica.
Hay diálogos brillantes y alguna imagen de oro: «El pelo húmedo le colgaba como un trapo de fregar», pero sobre todo escenas hilarantes: el viaje en tren y taxi con su padre, la preparación del café, el arranque místico de la esposa, la construcción de una desmedida chimenea.
Del vientre de su mujer dice lo siguiente: «A mí el bulto no me gustaba. Es antiestético». Sin duda hay muchas formas de mirar un embarazo y la perplejidad ante esa deformidad que avanza sin tregua es una de ellas.
«Conté diez dedos en las manos, diez en los pies y un solo pene. La verdad es que un padre no podía pedir más.» Aunque la tragedia familiar aguarda, de momento parece que todo sale bien.