Lo que yo llamo olvido, de Laurent Mauvignier


En apenas 50 páginas (por lo que no me atrevería a calificarla de novela, sino de relato largo), y con una sola frase sin principio ni final (como si hubieran arrancado todo este fragmento del soliloquio del narrador), el francés Laurent Mauvignier nos cuenta un suceso que podríamos encontrar en las páginas de un periódico: un hombre roba una lata de cerveza en un supermercado y los seguratas le dan una paliza de muerte (en el sentido literal: el tipo fallece). Hay tensión en el relato, y se lee y se disfruta en media hora; por cierto: me lo regaló un poeta, uno de mis mejores amigos. Os dejo con el inicio:

y lo que ha dicho el fiscal es que un hombre  no  debe  morir  por  tan  poca  cosa, que es injusto morir por una lata de cerveza  que  el  tipo  ha  conservado  en  las  manos lo suficiente para que los seguratas puedan acusarlo de robo y jactarse, después, de haberlo identificado y elegido entre los otros, la gente que está allí comprando, tiene tiempo para intentar, eso mismo, intentar, correr hacia las cajas o amagar un gesto para resistírseles, porque así podría advertir lo que son capaces de hacer los seguratas, lo que saben, e incluso bajar los ojos y acelerar el paso, si decide escapar caminando muy rápido, sin dejarse llevar por el pánico ni salir corriendo, conteniendo el aliento, los dientes apretados, un movimiento, cosa que ha hecho, no tratar de negar cuando los ha visto llegar y ellos se han, no diré lanzado  sobre  él,  porque  se  acercaban  lentos y tranquilos, sin abalanzarse en absoluto, como habrían hecho, dijéramos, unas aves de presa, no, no han hecho eso, por el contrario, se han detenido ante él, todos ellos muy silenciosos, más bien lentos y fríos cuando lo han rodeado y él no ha pronunciado una sola palabra para protestar o negar porque, sí, se había bebido una lata y habría podido darles las gracias por dejar que se la acabara, no ha dicho una palabra y en sus ojos se ha plasmado abiertamente el miedo pero nada más, entiendes, tan sólo tenía ganas de beberse una cerveza, ya sabes lo que son las ganas de beberse una cerveza, quería refrescarse el gaznate y quitarse  ese  sabor  a  polvo  que  tenía  dentro  y que no lo abandonaba […]


[Editorial Anagrama. Traducción de Javier Albiñana]

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