Guadalupe Nettel: El cuerpo en que nací.
Anagrama.
Bienvenidos al universo Nettel, donde la realidad supera a la ficción o se aproxima a ella. Dolor, recuerdos, rarezas, cuerpo. El cuerpo en que nací, como los últimos versos del poema Songde Ginsberg, es un caudal imparable que penetra en la corriente sanguínea cual jeringa en las venas.
La autora lleva a la práctica un ejercicio autobiográfico «sencillo y corto», un corrido que se expande como nutritivo ungüento. Contar para deshumedecer el silencio, aunque el esfuerzo sólo refuerce el desasosiego (sic).
Ya en Pétalos y otras historias incómodas (Anagrama) Nettel despuntó: en “Transpersiana”, cuento voyeury eyaculatorio delicioso; en “Bonsái”, fortuito reencuentro con la adorable Midori de Tokio blues de Murakami y el Sr. Okada de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; o en “Bezoar”, similar en forma, doctora Sazlavski, a El cuerpo en que nací.
«Me consuelo pensando que toda objetividad es subjetiva», dice la autora. Desde El huésped, objetivamente creo que Nettel ha crecido, sin la menor duda, mucho.