Cuantas más veces veo La Niebla (y van 5), más me gusta esta magistral película de Frank Darabont.
Y es que La Niebla es el epítome perfecto de un género que todos los hombres y mujeres de bien adoramos; la serie B (scifi/terror) y todos sus maravillosos ingredientes: personajes arquetípicos, gore, monstruos imposibles, filosofía básica sobre la naturaleza humana, maniqueísmos, advertencias apocalípticas, denuncias sociales, finales nihilistas, actores semidesconocidos...
Ya hablamos del impactante desenlace de La Niebla cuando elegimos aquí nuestros finales favoritos de Cine. Hora es de recordar la música que adorna esas últimas y desoladoras imágenes con las que se cierra la película. Y otro día, si eso, hablamos de sus cualidades cinematográficas que no se quedan mancas.
Pero hoy vamos, simplemente, a escuchar y disfrutar de The Host of Seraphim, una canción de 1988 del dúo australiano Dead Can Dance, dos chamanes musicales especializados en resucitar, vía mixturización, los folclores del mundo o, mejor dicho, del submundo, porque su tendencia a aromatizar sus composiciones con esencias de misticismos, edades medias, rituales perdidos y esoterismos musicales es más que evidente.
Música tramposa pero resultona. Me encanta.