Philip Roth: Lecturas de mí mismo.
Debolsillo. Traducción de Jordi Fibla.
Roth se lee a sí mismo. Se evalúa. Se compromete. Se destapa. Piensa, escribe, habla, y el resultado lo estructura en dos partes: 1) entrevistas concedidas en torno a la creación literaria y a su obra y 2) artículos y ensayos donde vuelca preocupaciones y entusiasmos.
Sus textos reflejan «un interés constante por la relación entre el mundo escrito y el no escrito», distinción que toma de Paul Goodman. Cavila además sin ocultar ciertas dudas: «Separada de la ficción, con frecuencia la sabiduría de un novelista no es más que cháchara».
Según Roth, para ver, para escribir, un escritor necesita producir sus venenos, volverse loco. La escritura resulta ser el grito o el antídoto que a veces —no siempre— toma forma de libro.
Sus ideas se abren paso como cuñas: «la vida no tiene necesariamente un rumbo, una sencilla secuencia»; la ficción nos libera de las restricciones que la sociedad impone al sentimiento. Y arremete contra el odio social (a los judíos): la solución estriba en hacer saber que la ley está por encima de las ganas de matar y del desprecio.
Aunque los contenidos datan del periodo 1959-1974, no se han quedado viejos. Ahora que el señor Roth ha dejado de escribir, podrá seguir reflexionando y leerse de nuevo. Ni su obra ni el presente le harán caer en el aburrimiento.