José A. Pamiés
Un laúd tocando para Holderlin
Regresas a Tübingen
en busca de Diotima,
ningún hombre saquea bancos
para obtener un saldo de locura,
normalmente prefieren el dinero.
Quienes vivieron el mundo
decían que se llamaba Susette,
versos de Scardanelli en el tapete,
los brazos de tus dioses se rompieron
dejándote caer ¡hipócritas!
Vuelve a ella en esos días finales
y deja que la noche de los siglos
cobije el temblor.
Vuelve siempre donde quieras Hölderlin
y no temas por tus hijos.
Ellos trabajan la palabra limpia
sin temor al desvanecimiento cruel,
sin temor al adulterio o al escándalo:
vicisitud sin origen, accidente mundano,
traba de la huella cósmica
que contra razón conmueve
a través de los tiempos.
En todo vives inmenso, no petrificado,
nunca abandonaste tu camino enhiesto
entreverado de poesía.
Retumba tu canto con enorme sentido,
eres sin duda inmortal.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
no apuntéis vuestros fusiles
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
sobre mi alegría,
contra la que no vale la pena malgastar
ni lo que cuesta un cartucho.
Lo que veis
ágil y rápido como una gacela,
huyendo en todas direcciones como una perdiz
no es alegría,
creedme,
mi alegría nada tiene que ver con la felicidad...
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