Le había tirado un directo que habría reventado la cabeza de un quiosquero adulto o un gato gordo, uno de esos que si no matan le dejan a uno tonto, tartamudo o de memoria distraída. Pero por motivos ajenos a percepciones telepáticas pugilísticas excepcionales, el filósofo Gómez había puesto la sabiola a buen recaudo bien a la derecha de su contendiente tal vez por ver a la fémina de la primera fila de lindas antiparritas y cara de estudio mas de labios coloridos y sexuales que lo miraba afrechosa con visos de buen filote o matrimonio, y esquivando el atropello de aquel camión de bomberos de cinco dedos que venía remolcando los cien quilos de carne magra del asesino Williams, asestó de milagroso pedo un crochet siniestro y rabioso como un chumbazo ¡bam! que dirigido con una fuerza burra hacia los morros del Williams proporcional a la fuerza burra con que los morros del Williams iban hacia él dientes por fuera y echando babas color tierra y espumosas, desembocó en lo que pareció lengua de Williams hecha compota de ciruelas, confeti de incisivos y molares de Williams y la destrucción de todo hueso facial de Williams y final finalísimo de la racha imbatida de ciento cincuenta y tres KO. y cuatro abandonos del rival de Williams. A eso se le llama en el graderío biabazo apoteósico o tener más suerte que el manco Andonga, que viene a verle la de blanco y acaba mamando poronga.
El filósofo Gómez se volvió enloquecido a la esquina con los guantes arriba todo brincos.
-Ché, Miguelón, viste, le hice explotar la boca al muy hijo de puta. Ha sido como si se me avalanzase la vida y diese la fortuna de que con la misma fuerza desbocada que a uno lo quiere engullir como Jonás al que traga ballena, le da un servidor la vuelta al drama y sale airoso más ubicado y aprendido de golpes. Ché, Miguelón, ¡ganamos, pive, ganamos, tomá estrolada! ¡Se enyetó la vida, la muy marrana!
El entrenador Mellibowsky ve muy blanco de cara que el asesino Williams se ha puesto arriba en sus dos patas algo gagá pero en plena vendetta y ya levanta la derecha como porra verduguera.
-¡¡La puta, Silvio, girate pelotudo que de esta te sodomiza el futuro o te arranca de la piojera los sueños!! ¡Que acabás en la Quinta del Ñato, gran boludo, girate!!
Y el filósofo Gómez, sin dejar de saltar guantes arriba y riendo imbécil grita:
-Dejate, Miguelón, dejate... Yo ya no enfrento, dejale que me mate, que siendo por atrás y de sorpresa, muero tonto, campeón... y feliz como perro con dos colas...