Stanley Milgran, psicólogo estrella de los años jipis, contribuyó a que se popularizara la idea de los seis grados de separación. Se refiere la cosa a que "cualquiera puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios". Milgran se había hecho famoso con un experimento en el que se relacionaban los conceptos de autoridad y obediencia con descargas eléctricas. Lo de las descargas impone mucho, es muy nazi. Como experimento fue un escándalo. Los resultados parecían dar la razón a Hannah Arendt y su banalidad del mal. El noventa por ciento del ser humano es oveja, además de agua. Sobre los seis grados de separación (o el problema del mundo pequeño, lo que sin duda es un gran problema) hizo otro experimento. Una especie de facebook analógico. Se trataba de mandar unos paquetes por correos usando intermediarios que nosotros creyésemos que podían conocer al destinatario fijado de antemano. Al parecer se usaron de media entre 5 y 6 intermediarios. Por lo tanto Milgran concluyó que en Estados Unidos la población estaba separada por seis personas, más o menos, de promedio. Las conclusiones son casi siempre obra y gracia de la estadística, esa ciencia, ese chiste. De todas formas la idea de las seis personas es, en principio, bastante inverosímil. Y esto es bueno.
Esto me recuerda una frase de Thomas Wolfe: "Si esto parece inverosímil, lo lamento, pero fue así."