XIII. Parque de Ferrera

Verdaderamente es suave
la hierba para que aquí mismo
los perros devoren la garganta
a las niñas bajo la desvelada luz
de la luna.
Y si no, vendrán borrachos
a enlentecer con canciones su trompa,
a quemar con los dedos
la inmensa barbarie.
Un hombre fuma y vigila todo esto,
su rostro ha brillado un segundo
mientras la brasa arde.
Ese soy yo
hace muchísimo tiempo
que emborrona en el cuaderno cosas.
Empieza a hacer frío
pero ya ni lo siento,
al amanecer le falta el viajante
que bosteza ahora y estornuda.



Luis Miguel Rabanal, Asturcones. Treinta y un poetas de Asturias, de Varios Autores

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