Lo peor de ausentarse tanto tiempo es que no sabe uno qué decir cuando vuelve. Es un poco como si volviéramos del extranjero, quizá de la selva, más tosco y moreno y salvaje. Pero no, al contrario, todo son temores. Ya no sé andar con tacones, o lo que es lo mismo, escribir aquí en la cuartilla del blogger. He vivido casi un mes sin conexión a Internet en casa y no he leído más ni he escrito más ni he paseado o fornicado más. No sé a dónde ha ido el tiempo que antes perdía ante la pantalla, leyendo periódicos, por ejemplo.
Se echa de menos el paseo matutino en la Red, con la taza de café al lado y el pijama todavía puesto, como el jubilado que sale cada mañana a curiosear obras por un hueco de la valla.
En fin, que siga la partida. Y para acabar por hoy una frase de Prosas apátridas de Julio Ramón Ribeyro que podría ser un mantra para momentos turbios: "Todo tiene importancia, nada tiene importancia, aquí, ahora."