Siempre he pensado que mi hermano es idiota. Lo digo en serio; no es un niño normal. Tal vez sea problema de mis padres por consentirle todos los caprichos. Yo, la verdad, no puedo con él. No soporto sus juegos absurdos ni sus canciones tarareadas a voz en grito. ¿Cuándo crecerá? Lo peor de todo es en los viajes a la playa; se me hacen desesperadamente largos. Ahora mismo estoy pensando muy seriamente abrir la puerta en una curva y decir a mis padres que ha sido un accidente.