La apuesta y el juicio
Se abre el telón y Natalia de la Llana nos regala, entresacándolo de la niebla, un sorprendente artefacto de relojería metafísico y teológico en el que, como en un posmoderno auto sacramental, debate y cuestiona todas las paradojas de la condición humana occidental en su vertiente judeocristiana, vale decir, el sentido de la vida, la existencia de Dios, el libre albedrío, el valor de la vida humana como pasión inútil, el cuestionamiento de la trascendencia, la apuesta de Pascal, el pecado original, el problema del mal, la mudable fortuna: como ven, toda una panoplia de temas insolubles que acaparan la especulación intelectual de Occidente y que se pierden en la noche de los tiempos hasta configurar, en la Biblia, el mapa que ha regido el pensamiento humano, por lo menos, desde el nacimiento de la filosofía hasta la muerte de Dios proclamada por Nietzsche, tal como se nos dice en el prólogo de la obra: ”Desde que aquel alemán dijo que Dios había muerto no es el mismo”, con esa fina sorna tan característica de la autora. Por no allegar el problema a sus ramificaciones evidentes en la agonía unamuniana o en el pensamiento existencialista del siglo pasado (Camus, Sartre, etc.).
Leer el prólogo completo de Ángel García Galiano aquí.