Era un vuelo Buenos Aires - Los Ángeles. "Por favor, necesitamos un médico. Si alguno de ustedes es médico, le rogamos diríjase a cualquier miembro de la tripulación". Había sido una semana muy dura de trabajo y estaba muy cansado. Llevaba la cabeza apoyada en la ventanilla cuando, sin esperarlo, alguien comenzó a abofetearme. "Señor Caunedo, señor Caunedo... ¿me oye?" Al abrir los ojos vi a un tipo con corbata y gafas doradas que me mostraba su mano mientras me preguntaba cuántos dedos veía. Todo estaba borroso y confuso. De repente, mi cabeza dejó de pesarme.
Lo siguiente que recordé fue el número de habitación del hospital de Los Ángeles donde estoy ingresado y una enfermera negra que me daba mi móvil diciendo que no había parado de sonar en tres días.