cuánto blanco, amor,
aquí adentro
ya no se me ocurre nada.
por las paredes de una casa de nadie
una seca hilera de lágrimas
que arrastra sobre sí cáscaras de ayer a negros agujeros
como hacen en el parque las hormigas
con gorriones que parecen dormidos.
así la nívea pared de un castillo de poesía
tatúa sus muros de larga grieta y se derrumba
mostrando tras su ruina última
un jardín de versos que empieza.
cuánto blanco, amor,
aquí adentro
ya no se me ocurre nada.
toma esta mirada de mí como una limpia lupa,
así haz menguar el astro de tu pecho
de un todo a una fracción de hilo,
una agujita de luz que todo lo prende siendo casi nada.
cuánto blanco, amor,
mira en el parque las hormigas cómo arrastran
los gorriones que parecen dormidos
a negros agujeros.
dime al oído aire caliente,
que no se te ocurre nada,
duerme conmigo a ojos abiertos,
mira cuánto blanco, amor,
aquí adentro
se me ocurre que es el mejor sito
para empezar a levantar un poema que parece dormido
o una casa.
o una casa.