Si Faulkner comenzó a escribir novelas magistrales porque le resultaban más rentables que sus olvidables poemas, si Bach compuso las sublimes cantatas por riguroso encargo semanal, si Van Gogh se pasó la vida lamentando por carta que sus insólitos cuadros no se vendieran, entonces la diferencia no radica en la nobleza del móvil sino, quizá más trágicamente, en el talento.
El Cinéfilo Bien Temperado. DIAMOND FLASH (2012, Carlos Vermut). La segunda OBRA MAESTRA de este año. lección argentina
Se vende posteridad
Related Posts
Ser escritor
11 diciembre, 2015
Prodigios, padres, policías (y 3)
6 junio, 2014
Cariño
23 febrero, 2020
una cuerda arrojada a un pozo
19 enero, 2015
