Chavs: La demonización de la clase obrera, de Owen Jones


Esta tarde se presenta en Madrid, en Traficantes de Sueños (ver cartel del evento, más abajo), este libro, que leí hace unas semanas pero del que aún no había podido copiar algunos extractos para colgarlos aquí. Sin duda es uno de los libros del momento. Su autor nació en el 84 y su lucidez y su certero análisis no parecen propios de alguien tan joven. Chavs ha sido una especie de best-seller en España. ¿Por qué? Pues, además de por lo bien escrito que está y por el esforzado trabajo del británico Owen Jones, porque muchas de las teorías que demuestra el autor y muchas de las situaciones sociales y políticas que comenta o analiza pueden equipararse fácilmente a lo que ocurre en nuestro país. Nosotros también tenemos nuestros chavs (jóvenes de la clase trabajadora, en su acepción más sencilla… pero leyendo el libro comprobamos que el término va más allá, y os emplazo a su lectura en vez de explicarlo), nosotros también tenemos problemas parecidos, nosotros sabemos que aquí también se ha machacado y se machaca a la working class. Por eso me parece un estudio necesario. Y os dejo con esas anotaciones que tomé del libro:

El ascenso al poder  de Margaret Thatcher en 1979 marcó el comienzo de un asalto total a los pilares de la clase trabajadora británica. Sus instituciones, como los sindicatos y las viviendas de protección oficial, fueron desmanteladas; se liquidaron sus industrias, de las manufacturas a la minería; sus comunidades quedaron, en algunos casos, destrozadas y nunca más se recuperaron; y sus valores, como la solidaridad y la aspiración colectiva, fueron barridos en aras de un férreo individualismo. Despojada de su poder y ya no vista como una orgullosa identidad, la clase trabajadora fue cada vez más ridiculizada, menospreciada y utilizada como chivo expiatorio. Estas ideas se han impuesto, en parte, por la expulsión de la gente de clase trabajadora del mundo de la política y los medios de comunicación.

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La demonización de la clase trabajadora no puede entenderse sin volver la mirada hacia el experimento thatcherista de los años ochenta que forjó la sociedad en la que hoy vivimos. En su centro había una ofensiva contra las comunidades, industrias, valores e instituciones obreras. Ser de clase trabajadora ya no era algo de lo que estar orgulloso: era algo de lo que escapar. Esta visión no surgió de la nada. Fue la culminación de una lucha de clases declarada a intervalos por los conservadores durante más de dos siglos.

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Criticar a la clase trabajadora es útil políticamente para un Gobierno conservador decidido a realizar recortes que perjudicarán desproporcionadamente al mismo grupo.

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Mientras los delitos económicos de los pobres, como el fraude en las prestaciones, son frecuentemente el blanco de políticos y periodistas, los mucho más graves delitos financieros de los ricos en su mayoría se pasan por alto. Por eso el punto de mira debe desplazarse del fraude en las prestaciones a la evasión fiscal, que, como hemos visto, cuesta al contribuyente setenta veces más. Y, por supuesto, se ha de reequilibrar todo el sistema fiscal para que el peso recaiga como es debido en los más ricos. Después de todo, durante los años del boom, los beneficios de los ricos aumentaron hasta alcanzar cifras récord: desde luego no falta dinero en la cumbre.


[Traducción de Íñigo Jáuregui]

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