El Imperio Otomano duró 600 años (1300-1922, que se dice pronto). Cervantes, el conde Drácula, lord Byron, Lawrence de Arabia y Mel Gibson, entre muchísimos otros, pelearon contra los otomanos. Eso para que os hagáis una idea de todo el tiempo que estuvo el amigo turco dando caña a los occidentales.
También los rusos marcharon voluntarios a luchar contra los turcos en ayuda de sus hermanos eslavos de Serbia que malvivían bajo el yugo otomano a finales del XIX pero el inicial fervor étnico-nacionalista acabó regular.
Los otomanos derrotaron a los serbios en 1876 (el mismo año en que los sioux machacaron a Custer) y esto, a la postre, provocaría una posterior guerra ruso-turca (1877-1878) en la que los futuros soviets se quedaron, nada más y nada menos, que a las puertas de Constantinopla (actual Estambul), hermosa ciudad que se libró de la conquista rusa gracias a unos cuantos acorazados británicos que se presentaron en la zona... Ya paro, que se me va la olla.
El caso es que es en el marco histórico de la guerra serbio-turca en el que se gesta una de las composiciones más conocidas del genial compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski quien, a petición de su amigo el director Nikolai Rubinstein, creó la obra que vamos a escuchar hoy, la conocida como Marcha Eslava Op. 31, que fue estrenada en 1876 en un concierto organizado para recaudar fondos para la Cruz Roja con el fin de ayudar a las víctimas de la guerra serbio-rusa.
Chaikovski tituló la obra "Marcha Serbio-Rusa basada en temas populares eslavos" y lo cierto es que, afortunadamente, suena más folclorista que militarista. Disfrútenla con el volumen a tope, como tiene que ser. Por cierto, yo soy de los que opinan que este obra gana en brillantez cuanto más rápido se interpreta, así que aquí les traigo la versión más rápida que he encontrado en youtube: OCHO MINUTOS Y MEDIO ESPECTACULARES (1 minuto menos que la duración estándar):