¡¡¡Cine Club en DG&L!!!.
Hoy, en nuestro Cine Club Gusano, proyectamos la película Ménilmontant, un mediometraje de 37 minutos dirigido en 1926 por el afrancesado realizador letón Dimitri Kirsanoff (nacido como Markus David Sussmanovitch Kaplan).
Programa de mano:
Ménilmontant es, además de un barrio parisino, una película muda sin intertítulos, o sea, muda - muda 100% porque, además, los pocos personajes que aparecen en ella no abren prácticamente la boca. Desde que la descubrí, hace no muchos años y gracias a youtube, se convirtió, para mí, en el reverso luminoso de ese tostón de Dreyer titulado La pasión de Juana de Arco (1928). Y es que yo me quedo con los primerísimos planos de los rostros de los personajes de la película de Kirsanoff. Mejor dicho, me quedo con uno de los rostros más enternecedores de la Historia del Cine: el de la actriz francesa Nadia Sibirskaia, su musa.
Ménilmontant cuenta una sencilla historia (casi una trivialidad aunque enmarcada por la tragedia y la crueldad) que hubieran podido firmar los neorrealistas italianos realizada con un estilo que hubieran podido firmar los jóvenes de la nouvelle vaugue. Kirsanoff rueda algunas escenas de las calles de París con la técnica de cámara en mano ¡¡¡en 1926!!!. La modernidad de sus encuadres y de su montaje es sorprendente tanto más si nos creemos lo que dicen los entendidos cuando afirman que Kirnasoff no sabía nada de teoría cinematográfica, así que su vanguardia le salía de la retaguardia, o sea, de las tripas y no del cerebro.
Hay pocas películas en la Historia del Cine en las que se haya contado tanto con tan poco. Ménilomntant es toda una experiencia que mezcla el impresionismo francés con el expresionismo alemán con el montaje experimental del cine soviético mostrando unos cambios rítmicos equivalentes a los que Stravinsky inventó para revolucionar la música del siglo XX.
Pero todo esto que acabo de escribir y que es tan tentador de ser parodiado o calificado de "gafapastismo en estado puro", no nos serviría para nada si la película fuera un coñazo. Afortunadamente no es el caso: el resultado es... ¡¡¡entretenido!!! (bueno, si a ustedes la poesía melodramática les parece "entretenida"), así que mi deber como gusano es intentar que Ménilmontant se convierta en un blockbuster y que no quede en una "película de culto" para onanistas feos y sin novia.
¿De qué va Ménilmontant?. ¿Se acuerdan del maravilloso comienzo de El Chico de Chaplin?. Uno de los primeros intertítulos explicativos dice "una mujer cuyo único pecado era ser madre". Bueno, pues Ménilmontant bien podría ser el prólogo de esa magistral tragicomedia.
Si no han visto Ménilmontant y se consideran cinéfilos de buena voluntad o seres humanos con un mínimo de sensibilidad artística, tienen que verla.
Si son unos tipos muy duros y no sienten interés por las desventuras de una huerfanita que mira al infinito con ojos de infinita tristeza e infinito desamparo, les recomiendo que no se compliquen la vida y vean... no sé... ¡Jack Reacher! que es una película cojonuda.
Si son de los que se han pasado toda la noche del domingo machacándosela y depositando lo que Houellebecq describe como "filamentos viscosos" sobre la alfombra roja hollywoodiense, creo que Ménilmontant es el mejor remedio para su resaca.
Para los gafapastas: Queridos petimetres, hace muchos, muchos años, en una galaxia cultural lejana a la vuestra, ya estaban inventadas todas esas cosas que todavía hoy les parecen tan modernas. No vean esta película para que no se les caigan muchos de esos mitos que tanto les gustan. Pónganse La Sangre de un Poeta que es más cool y más estúpida. Mejor si está disponible en vimeo, of course.
Para los cachondos: efectivamente, "Kirnasoff" y "Sibirskaia" suenan más a marca de vodka que a otra cosa. Coincido.
Para los que me hagan caso: presten mucha atención al comienzo de la película porque es tremendo y repentino, lo mismo que su final. Y, entre una cosa y la otra, encontrarán una escena (min. 29) en la que se muestra en qué consiste eso de la caridad con una pureza formal y conceptual como pocas veces he visto en una película.
Sssssssh, apaguen los móviles que empieza Ménilmontat (no se asusten con la banda sonora).
Ménilmontant cuenta una sencilla historia (casi una trivialidad aunque enmarcada por la tragedia y la crueldad) que hubieran podido firmar los neorrealistas italianos realizada con un estilo que hubieran podido firmar los jóvenes de la nouvelle vaugue. Kirsanoff rueda algunas escenas de las calles de París con la técnica de cámara en mano ¡¡¡en 1926!!!. La modernidad de sus encuadres y de su montaje es sorprendente tanto más si nos creemos lo que dicen los entendidos cuando afirman que Kirnasoff no sabía nada de teoría cinematográfica, así que su vanguardia le salía de la retaguardia, o sea, de las tripas y no del cerebro.
Hay pocas películas en la Historia del Cine en las que se haya contado tanto con tan poco. Ménilomntant es toda una experiencia que mezcla el impresionismo francés con el expresionismo alemán con el montaje experimental del cine soviético mostrando unos cambios rítmicos equivalentes a los que Stravinsky inventó para revolucionar la música del siglo XX.
Pero todo esto que acabo de escribir y que es tan tentador de ser parodiado o calificado de "gafapastismo en estado puro", no nos serviría para nada si la película fuera un coñazo. Afortunadamente no es el caso: el resultado es... ¡¡¡entretenido!!! (bueno, si a ustedes la poesía melodramática les parece "entretenida"), así que mi deber como gusano es intentar que Ménilmontant se convierta en un blockbuster y que no quede en una "película de culto" para onanistas feos y sin novia.
¿De qué va Ménilmontant?. ¿Se acuerdan del maravilloso comienzo de El Chico de Chaplin?. Uno de los primeros intertítulos explicativos dice "una mujer cuyo único pecado era ser madre". Bueno, pues Ménilmontant bien podría ser el prólogo de esa magistral tragicomedia.
Si no han visto Ménilmontant y se consideran cinéfilos de buena voluntad o seres humanos con un mínimo de sensibilidad artística, tienen que verla.
Si son unos tipos muy duros y no sienten interés por las desventuras de una huerfanita que mira al infinito con ojos de infinita tristeza e infinito desamparo, les recomiendo que no se compliquen la vida y vean... no sé... ¡Jack Reacher! que es una película cojonuda.
Si son de los que se han pasado toda la noche del domingo machacándosela y depositando lo que Houellebecq describe como "filamentos viscosos" sobre la alfombra roja hollywoodiense, creo que Ménilmontant es el mejor remedio para su resaca.
Para los gafapastas: Queridos petimetres, hace muchos, muchos años, en una galaxia cultural lejana a la vuestra, ya estaban inventadas todas esas cosas que todavía hoy les parecen tan modernas. No vean esta película para que no se les caigan muchos de esos mitos que tanto les gustan. Pónganse La Sangre de un Poeta que es más cool y más estúpida. Mejor si está disponible en vimeo, of course.
Para los cachondos: efectivamente, "Kirnasoff" y "Sibirskaia" suenan más a marca de vodka que a otra cosa. Coincido.
Para los que me hagan caso: presten mucha atención al comienzo de la película porque es tremendo y repentino, lo mismo que su final. Y, entre una cosa y la otra, encontrarán una escena (min. 29) en la que se muestra en qué consiste eso de la caridad con una pureza formal y conceptual como pocas veces he visto en una película.
Sssssssh, apaguen los móviles que empieza Ménilmontat (no se asusten con la banda sonora).