Con este libro obtuvo Ignacio Ferrando el XVI Premio Tiflos de Cuento que otorga la ONCE. Corría el año 2006 y era el segundo libros del autor, aunque ya había consechado diferentes premios por relatos sueltos.
Como quiera que he leído los libros de cuentos de Ignacio desde el más reciente La piel de los extraños, después su libro anterior, Sicilia, invierno, para llegar ahora a este libro, con el que se dio a conocer de manera más general (si omitimos su primer libro, Historia de la mediocridad, libro descatalogado que no descarto hacerme con él por puro fetichismo y por ver dar los primeros pasos de un gran escritor del que si sigue en esa línea ascendente se seguirá hablando de él en quince años), es curioso el efecto que se produce al ver a un autor desde el presente y hacia el pasado.
Lo primero porque pisamos en terreno ya conocido. Sabemos que sus últimos trabajos son buenos, con voz propia aunque algo herméticos. Así, aunque descubramos que en sus primeros textos, al menos en este libro, el autor parece andar sobre seguro, arriesgarse poco y construir de manera sólida y fiable, no podemos reprocharle nada porque ya ha superado esa etapa. No es como cuando te encuentras con un autor novel y esperas a que saque otro libro para ver si ha pulido sus fallos y si se ha convertido en el escritor que apuntaba ser o fue todo fruto de algo más casual. Aqui ya lo sabemos, Ignacio Ferrando es un gran cuentista y ponerle como pega que no deja más margen de libertad al cuento y que este está un poco comprimido, me parece el mejor defecto que te pueden sacar. De hecho si se da la vuelta es un acierto: Ignacio Ferrando sabe cómo construir un relato, lo tiene todo atado y no deja ningún cabo suelto. Si a esto le sumamos que tiene una voz personal asentada en la realidad (que no en el realismo) con ecos cortazarianos, ya es convertir esa pequeña tara en uno de los mejores elogios que te pueden decir como narrador.
En cuanto a la docena de cuentos, cabe destacar Bañera, por la delicadeza de la historia; Yardbird, por la composición del personaje protagonista; o Doble pirueta, por el tempo del relato. También son grandes cuentos La mirada del tuerto, aunque es un cuento de metáfora sencilla e historia clásica; por no hablar de los guiños a la literatura como en Incapaz de verla morir, donde Anna Karenina cobra vida, u Otro artista del hambre, donde Franz Kafka se pasea por la feria del libro de Madrid y tiene diálogos muy divertidos con el protagonista del relato.
En definitiva, grandes relatos que ya dejaban entrever al gran escritor. La piel de los extraños es uno de los mejores libros del año (2012) y, posiblemente esté entre los mejores del 2013.