Mo Yan: Cambios.
Seix Barral. Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard.
Siento los nombres chinos como un arrullo protector: breves, precisos, completos en su sabiduría transparente.
Mo Yan significa «no hables» y, como escritor, hace honor a su seudónimo: sin malgastar palabras, cuenta lo que se propone contar.
La lectura de Cambios —un título perfecto— se asemeja a rodar sobre patines por un país inmerso en abruptas transformaciones. El viento en el cabello, los brazos abiertos, la cara tiznada por el sol. Las paradas son cortas, refrescantes. La narración, envolvente como una brisa optimista.
Así sabemos de un niño —como otro cualquiera— que vive la suerte de llegar «a un mundo más vasto» donde desarrollar sus talentos. Un niño que de adulto —a diferencia de otros— puede declarar: «No hay nada imposible».
Impecablemente editado por Seix Barral y jugoso como un sorbo de licor caliente en la boca. Un canapé (¿un dim sum?) que da gusto paladear.