Intento focalizar mi atención en mi no tan maltrecha existencia. La comparto con Jordi Corominas, en mi viaje relámpago a Barcelona, mientras nos tomamos una cerveza y yo devoro un bocadillo de lomo y queso en la Plaça de la Vila, donde la fachada del ayuntamiento es azul y los niños juegan y celebran haber sobrevivido a una semana de colegio. Cuando era pequeña y llegaban los viernes, tenía la sensación de haber alcanzado la orilla de algún mar.
Pero no puedo; no puedo concentrarme en los pasos pequeños de la vida cotidiana: Bárcenas no me deja.
En la universidad, leí una novelita de Henry James que se llamaba "Los periódicos", de la que no recuerdo nada, salvo que los personajes se pasaban el tiempo recorriendo arriba y abajo Fleet Street; también vi la peli de Humphrey Bogart "El cuarto poder"; y "Luna nueva", una comedia rodada en 1940, que contaba la historia de una reportera y su conflicto a la hora de contraer matrimonio; y "Primera plana"... sacaba buenas notas.
Y concluí una cosa: había algo de vocación en el periodismo y yo no lo tenía. Implicaba vivir la realidad de una determinda manera... ser capaz de habitar una "macrorrealidad". A mí la actualidad sólo me interesaba lo suficiente si me afectaba de forma directa o llegaba hasta mí en un momento de aburrimiento máximo, en el que no hubiera otra cosa mejor de la que hablar con el café.
Dando un salto de doce años hasta esta mañana (han transcurrido eones de tiempo desde que me licencié), hoy me he despertado a las once con un montón de tuits sobre "Los papeles secretos de Bárcenas" en El País y, ya con el portátil abierto, me he encontrado con este extracto en la portada de El Mundo:
Son gotazas que deberían de una vez colmar el vaso porque:
1. Esta actualidad nos afecta y nos incluye de una manera terrible. Formamos parte de ella, no sólo porque estamos viviendo sus consecuencias, sino porque con nuestra indiferencia, disfrazada de protesta con horario, estamos permitiendo que se perpetue.
2. Los periódicos, sin dejar de ser actores implicados con mejor o peor papel en esta época de chapuzas y defensa más o menos triunfal de ideologías e identidades, están haciendo su trabajo. Nos están dando una película, una novela de primeras páginas y noticias bomba, que protagonizamos. Nos están poniendo en la cara un fragmento, me temo que muy pequeño, de la verdad.
3. ¿Tenemos lo que nos merecemos? No me lo creo.
Con lo que sí contamos es con una Historia que debería servirnos para reaccionar. Han movido ficha todos los actores implicados: los políticos con su indiferencia; la prensa con sus portadas; el lado oscuro presentando ante el juez su contabilidad corrupta...
Y no se puede aplazar más el momento.
Ahora nos toca a nosotros.
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