LA CARTA

Después de discutir con la que por entonces era mi novia decidí plantarla y emborracharme solo. Llegué a casa sin poder enfocar la mirada en el reloj para saber la hora. Aún así, me senté en la mesa y escribí una carta desahogando toda mi rabia. Recuerdo vagamente haber salido luego para buscar un buzón.
A la mañana siguiente, en la ducha, me acordé justamente de esa parte aunque no recordaba nada de lo que había escrito en la carta. Ante la duda lo mejor era recuperarla para no arrepentirme más tarde. Esperé al cartero. Cuando abrió el buzón le expliqué el caso. Al principio pensó en llamar a la policía, pero por miedo a mi incierta reacción, decidió que lo mejor era acceder a mi pretensión. Busqué en la saca hasta que encontré un sobre arrugado con mi letra. Sólo decía "Ev a GrF,.hae.  mMarid". Lo abrí y comprobé que estaba vacío. El cartero, confundido, me pidió una explicación, pero fui incapaz de dársela. Al llegar a casa mi madre me estaba esperando para que le aclarara qué eran aquellas barbaridades que estaban escritas sobre el mantel.

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