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RESEÑA EN DIARI LLOBREGAT 16/1/2013
POR DAVID ALIAGA
TEXTO COMPLETO EN
http://www.elllobregat.com/noticia/6340/LHOSPITALET-/De-safari-por-la-memoria.html
De safari por la memoria
Fernando Clemot publica el libro de relatos Safaris inolvidables. Después de años participando en certámenes, el barcelonés irrumpió en el panorama narrativo con Estancos del Chiado que ganó el premio Setenil. Ahora regresa al género breve con un libro de madurez que ha de consagrarlo como uno de los mejores escritores españoles contemporáneos.
Tuvieron ojo clínico los miembros del jurado del certamen literario Ciutat de Viladecans que premiaron en 1999 y en 2002 a Fernando Clemot. Todavía faltaban siete años para que el escritor barcelonés publicase su primer libro, Estancos del Chiado, y fuese reconocido con una distinción nacional tan prestigiosa como el premio Setenil cuando lo distinguieron por segunda vez. Antes de que sus libros ocupasen los estantes de las librerías, el autor barcelonés anduvo arriba y abajo con sus textos, tratando de ganar algunos concursos locales que le permitiesen darse a conocer. En ese sentido, los dos galardones recibidos en Viladecans contribuyeron a impulsar su trayectoria dando ánimos a un autor invisible para el público y las editoriales que aspiraba a dejar de serlo. Ahora publica Safaris inolvidables, su segundo libro de relatos, en el que muestra una voz narrativa más madura que la que articulaba aquellos textos premiados en el Baix Llobregat.
El escenario del recorrido que nos plantea Fernando Clemot es la memoria. Los veinte cuentos que componen el volumen coinciden en ser historias rememoradas por su narrador. Son escenas que cualquiera de nosotros podría encontrar hurgando en su pasado y recordarlas en paralelo a estos Safaris inolvidables. Variarán los decorados, el nombre de los protagonistas, que en el texto de Clemot ella era rubia y en nuestros recuerdos la vemos morena, pero el tacto, el aroma y el sabor del amor, el desamor, la añoranza y las dudas serán los mismos. Si llevásemos a cabo el ejercicio de leerlos en voz alta, podríamos sorprendernos apropiándonos de los relatos, creyendo que no son del escritor sino nuestros.
La capacidad de empatía del autor es absoluta. Disecciona algunos de esos momentos que suceden en todas las vidas –rupturas, enamoramientos, deseos, nostalgias– huyendo de los tópicos y prestando atención a ese detalle que los hace particulares y que deja un sabor de boca intenso, de los que no se olvidan. No recuerda de la mujer que ya no lo ama unos ojos verdes como las esmeraldas sino que no ella detestaba sus piernas porque estaban salpicadas de venitas. No nos habla de los monumentos de la Lisboa en la que fue feliz, sino de los cuchitriles en los que durmió. No describe el Brasil de los carnavales y las playas, sino el de los autobuses sin aire acondicionado que atraviesan el país abarrotados de gente humilde. Clemot demuestra constantemente una habilidad extraordinaria para encontrar los elementos plásticos que hacen saltar los resortes de la emotividad.
Además, piezas como Cadaqués, Bazille y las derivadas del cuento, denotan un extenso bagaje cultural. De la misma manera que los relatos dan la impresión de ser un exorcismo emotivo de la voz narrativa, parece que un segundo propósito sea el de rescatar del olvido algunas figuras culturales. Es el caso del excelente Il fastello della mirra, en el que nos habla del poeta y fascista D’Annunzio y se pregunta si esa definición debe articularse así, “poeta y fascista” (con una conjunción copulativa que mantenga una cierta distancia entre ambas facetas) o “poeta fascista” (todo junto, sin separar un aspecto del otro). El exorcismo se vuelve intelectual.
Inteligencia y sentimientos a un lado, cabe destacar el estilo de Clemot. La suya es una prosa serena, fluida, bien hilvanada. Sin embargo, en ocasiones aumenta el caudal de palabras y se desborda en un párrafo sentencioso, casi bíblico, aunque vuelve pronto al manso cauce habitual. Dependiendo del lector, esos excursos teorizantes pueden reprochársele o apreciarse como el tuétano de su obra, como aquello que de verdad viene a decirnos. Aunque en mi opinión, sus textos serían más sugerentes sin ese párrafo en el que parece remangarse, mirar de frente al lector y decirle “te estoy hablando de tal cosa, por si no te estabas enterando”, es la opción que Clemot ha escogido, forma parte de su manera de escribir y está bien resuelta.
Es otra de las virtudes del barcelonés. Narra bien. Esto es, que la historia puede gustar o no, pero las frases fluyen una detrás de otra, con un ritmo harmónico y agradable que invita a seguirlas hasta el punto final sin hacerse pesado. Ahora que está tan de moda lo fragmentado, lo roto, el collage, los cuentos que nos ofrece este libro están escritos de una forma tradicional, sin experimentos sintácticos ni gramaticales, suenan actuales y funcionan a la perfección.
Y es que Fernando Clemot lleva ya unos cuantos años de safari por el panorama literario tirando contra presas pequeñas y medianas para afinar la puntería y ya le tocaba despachar a una grande. Cuando participaba en certámenes como el Ciutat de Viladecans disparaba contra pequeños animalillos que llevarse a la boca. Al cruzarse con Estancos del Chiado debió pensar que era hora de cargar contra algo con más carne, disparó y se llevó a la boca un filete sabroso. Con El golfo de los poetas y El libro de las maravillasquiso hacer presa animales de más envergadura. Y ahora cuelga en su salón la cabeza grande, fiera y melenuda de ese león literario que es Safaris inolvidables, una pieza de caza mayor.
Safaris inolvidables, escrito por Fernando Clemot y editado por Menoscuarto. Cuesta 16 euros.