MENTIRA PIADOSA

En 1989 yo tenía veintitrés años y vivía en Dublín, en casa de la señora Braybrooke. Un día recibí una carta de mi mejor amigo desde Alemania. Cuando abrí el sobre sentí que algo se había caído al suelo; parecía arena o algo así. Me dio mucha envidia saber que mi amigo estaba viviendo en primera persona la caída del muro en Berlín. Quiso dar un golpe de efecto mandándome algo de gravilla recogida justo en la base del muro y así tener yo un recuerdo. El caso es que al terminar la carta me tiré al suelo para buscar restos de historia del siglo XX entre las hebras de la moqueta. La casa de la señora Braybrooke no se caracterizaba por su limpieza, de suerte que recogí lo que pude. A todo el mundo que viene a casa le cuento que son auténticos restos del muro, pero yo sé que algo de aquel jardín irlandés hace las mismas funciones.

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