(Ilustración de Jean-Paul Bourdier)
Obsesiónate con tus láminas
que se humedecen
cuando la sequía apremia
cuando nos obstruye:
ojos pálidos de viento
palabras no conscientes
pero la verticalidad
las sepultó de polvo
pero si la verticalidad
las repitió
fuera del tiempo.
Muévelas lento
-¡cuidado con los huesos!-;
los ojos dormidos
son asombro y llanto
que contagian ráfagas
a los pájaros
de los inviernos
que nunca
fueron
ni
serán
nuestros.
Cortarse con otras láminas de piel nos lleva a beber la ausencia
como si el café caliente fuera ella
en los días impares
en los misterios
punto y final
punto y final
de los huecos
que nos
salvan
de ser
nuestras
propias
sombras
de invierno.
salvan
de ser
nuestras
propias
sombras
de invierno.