Una noche iba caminando por un callejón oscuro, solo, rodeado por paredes estrechas que las farolas no alcanzaban a iluminar. Hacía frío y me dolía el estómago. Había bebido demasiado o demasiado poco. Un sabor extraño me picaba en los labios. De repente, noté que un peso se desprendía de mí, rebotaba contra el suelo y se introducía en un cubo de basura. No volví a saber de ella.