Me pregunto a qué viene
ese entusiasmo inusitado
de decirme que me quieres
si es mentira.
Para no ser tonto
ni estar loco del todo
me sorprende hasta qué punto
eres capaz de digerir
tus propias falacias.
Hazte un favor, despréciame un rato.
Toma conciencia de ti mismo.
Regálate un paseo expeditivo
por la ambigüedad de tus entrañas.
Analiza tus muestras de cariño,
tus gestos, tus anhelos,
tu demanda, tu ambición,
tus intereses.
Abre en canal la mariposa
de esta historia de amor inventada
que nunca me has prestado.
Disecciona sus vísceras, su purpurina.
Exclúyete un momento
de ciertas regiones de tu propio ser
y piénsalo con calma.
No es cierto que me quieras.
Tú te amas, amándome, a ti mismo
y ni siquiera eres capaz
de apreciar la diferencia.