Me acercaba a ti por detrás de la lluvia,
de la lluvia que lentamente iba amainando,
por detrás de la lluvia en que su olvido
tenía aún la densidad de la tristeza
y sin embargo
las luciérnagas de tus ojos
abrían sus paraguas de luz contra la tarde
por momentos,
por momentos
melodías ebrias y difusas
se enredaban a tu lengua iluminada,
soles de junio henchían tus sombras,
tus sombras crecidas a lo lejos
de tibieza y de tactos imposibles.
Allí donde las tardes son gloriosas,
allí donde la muerte es tan extraña
que se exhibe con gran pompa en los museos
te entregabas a mí ya sin cautela,
tus labios húmedos de vodka y de carmín
tenían sabor a niña,y a burdel,
y ataste mi soledad a tus cabellos
para cegarla de mí con su negrura.