Las llamadas a media noche son terribles. Uno coge el teléfono temiéndose lo peor. Puede tratarse de algo muy bueno o algo muy malo, así, sin puntos intermedios. Esta noche me ha tocado a mí. Me acaban de llamar desde el otro lado del charco para decirme que me quieren. Ya no he podido volver a dormirme, así que estoy tranquilamente leyendo en la cama esperando que amanezca. A veces compensa hacer concesiones al insomnio.