Vete al oeste, muchacho


“El libro es el mejor regalo porque tiene la máxima concentración de la experiencia humana, ahí lo tienes todo, todo el mundo posible, toda la ficción, toda la realidad, todo está ahí“, afirmó en una entrevista el señor Muñoz Molina. Pues bien, ateniéndonos a las próximas fechas les recomiendo uno que les calentará el corazón, leerán con gusto y podrán regalar con entusiasmo: “Warlock“, de Oakley Hall. Resulta curioso que dos de los libros que más me han marcado sean “de vaqueros”; por un lado “Meridiano de sangre”, del mentadísimo Cormac McCarthy, y ahora este. De nuevo nos hallamos a la búsqueda de lo que hablaba John William de Forest: la Gran Novela Americana, es decir, el empeño por ser el nuevo Homero o Dante. Todos los esfuerzos se quedan en el camino -ahí reside su encanto-, pero la intensidad empleada en ellos quedan en la historia como solitarios monolitos dignos de admiración, cuando no de asombro. “Warlock” comienza como un western clásico con todo el compango de rigor, el barman que lo ha visto todo, la puta de buen corazón, el tendero lúcido, el pistolero arrogante, el Colt de seis tiros, el médico, el chérif, el ayudante borracho del chérif, un apache que pasaba por allí, el tahúr de triple moral, la diligencia… Sin embargo, a las pocas líneas te das cuenta que de todo ese imaginario tradicional va brotando gradualmente un manantial de leyenda, un territorio mítico en el que se explora la psicología de cada uno de los personajes, todos perdidos en un laberinto existencial. “Todo es complejo y equívoco, no hay nada recto“, dice en sus páginas pobladas de personas con su sangre llena de rencor y bondad, envidia y amor, dulzura y crueldad. En sus almas, oscuras como el fondo de viejas chimeneas, se pueden descubrir las esquirlas frágiles y luminosas de una estrella. La misma y estereotipada estrella que tendrán que engancharse en el chaleco para pasear por el polvo blanquecino y quemado del pueblo de Warlock. Descubrirán entonces el material del que están forjados los mitos: un villano que se odia a sí mismo, un aedo alcoholizado que se niega a contar la tragedia, un héroe lleno de dudas y de miedo…

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