anders petersen |
No sé decir “te amo” cuando amo y debería. Como tampoco sé disfrutar de las flores en ramos: las prefiero sueltas, libres en jardines desprendiendo su perfume al cielo, invadiendo las narices, tal vez los cuerpos. O también los pájaros que se asoman a mi ventana cuando les arrojo migas de pan y cantan bendiciendo el día que se transforma en noche al momento de la siesta y lo pienso. A veces incluso, sueño. Sueño con mis manos enredadas en sus cabellos, las piernas abrazándolo fuerte fuerte fuerte, quitándole el aire que cae a mis ojos negros para envolverme. Y los cigarrillos se terminan pero no el deseo. Quizás la lluvia se guarde en una taza de cristal amarillo y los párpados abriéndose, recen por otros instantes infinitos de poesía cuando al fin pueda decir “te amo” con la carne viva.
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