como si todo

A Lola,
infinita amapola del jardín efímero.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
amanecen arrasadores
incendios de sangre
donde arboledas y frutos
afloran nuevos
a cada momento.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
una lluvia samaritana
aparta sus rumbos
de tu incendio
por no soliviantarlo
ni extinguirlo
sino extenderlo.

Tu rostro, amor,
como si nada,
va despacio,
reflejo del agua clara,
derramando del cielo baldío
sobre estas dunas fértiles
(desierto de la vida nuestra)
la pequeña muerte
desgranada en lágrimas,
un canto de un cisne,
un silencioso rocío.

Así, en la mitad del mundo,
como si nada,
brota esperanzada,
flor extraña de abiertos pétalos,
de la vida su principio.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
acaso en la clausura de tus ojos
sanan finales las orillas de las playas
y enferman de continuidad
los límites de los precipicios.


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