Un matiz desesperado
Existe una diferencia brutal entre ocio y placer. El ocio cancela el tiempo, olvida su circunstancia, sucede como fuera de contexto. El placer es, en cambio, agudamente consciente del tiempo y sus pérdidas. Demasiado al tanto de nuestra mortalidad, el placer supone entonces una forma de resistencia. Los desesperados no se lanzan al sexo simplemente para huir. Sino para comprobar que siguen vivos. Que sus cuerpos conservan la capacidad de protestar ante el dolor, de darle réplica. Ocio: vacaciones. Placer: prórroga.