Strachey
Siguiendo cierta recomendación he estado leyendo a Lytton Strachey. Concretamente, Isabel y Essex, una biografía sobre la relación entre la reina Isabel I de Inglaterra y el conde de Essex. Es una biografía de escritor; es decir, sin separarse un punto de la vida documentada de un personaje histórico intenta ir más allá. Interpreta, explica, sintetiza. Supongo que más que biografías le interesaba a Strachey escribir retratos, lo que él llamaba al parecer "psicografías". En parte me recuerda a esos retratos que escribe Michon, aunque a Michon, más literario, le importa poco sacudirse el tono historicista e incluso apartarse de los documentos.
A propósito de Francis Bacon, que también sale por ahí, Strachey escribe: "Probablemente es siempre desastroso no ser poeta. Su imaginación, con toda su magnificencia, era insuficiente; no sabía ver el corazón de las cosas. Y el suyo propio se le ocultaba también."
Strachey, en cambio, sí ve el corazón de las cosas. El párrafo anterior podía ser toda una poética para la biografía.
Y ya entrando en personajes. Es esta reina una mujer complicada. No he podido dejar de pensar en Rajoy al leer, y por momentos veía una señora reina con una barba hirsuta, blanqueada por los años. Quizá ayudase a pensar en ello cierta indefinición sexual de la reina, o al menos esos misterios que la incapacitaron para el matrimonio, pero no para el coqueteo y quizá el amor. Ahí jugaría su papel Essex, jovenzuelo loco y ambicioso que enamora a una señora reina de más de cincuenta. Quizá enamorar sea inexacto. Quién sabe. Se la conoce como la Reina Virgen.
Essex es un valiente, un héroe antes ya de cualquier heroicidad. Precisamente no deja de buscar la ocasión de convertirse en un gran nombre para la historia. Aunque más que cálculo habría en Essex cierta necesidad de estimulación nerviosa, como el que practica deportes de riesgo. Isabel es todo lo contrario; antes de ganar o perder prefiere no jugar. En los libros subrayo lo que me gusta y a veces destaco el fragmento con un corchete. Al lado de uno de estos corchetes escribí en el margen; Rajoy. Dice así, Strachey, sobre la reina: "En verdad, triunfó merced a todas las cualidades que están ausentes en el héroe: disimulo, flexibilidad acomodaticia, indecisión, morosidad dilatoria, parsimonia. Casi podría decirse que el factor heroico apareció principalmente en la extensión con que se dejó conducir por esas cualidades."
Cuarenta y cinco años reinó Isabel I. Quizá su mayor acierto estuvo en rodearse lo menos posible de idiotas. No así Felipe II, con su Grande y Felicísima Armada, de rodillas en El Escorial, rezando y asesorado por teólogos para su guerra con Inglaterra.