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Comen flores los domingos, estas niñas, estas niñas mías que me observan. Juegan en la ribera, ríen, devoran con sus dientes los tallos que se quiebran. Sorben la savia de los árboles, crecen, crecen ramas en su cuerpo que se enredan, que acarician brevemente mi frente descubierta. Son ahora la espesura de los bosques, estas niñas, la sombra que se proyecta sobre los hombres de las estepas.
Comen flores los domingos, estas niñas, estas niñas mías que me observan. Juegan en la ribera, ríen, devoran con sus dientes los tallos que se quiebran. Sorben la savia de los árboles, crecen, crecen ramas en su cuerpo que se enredan, que acarician brevemente mi frente descubierta. Son ahora la espesura de los bosques, estas niñas, la sombra que se proyecta sobre los hombres de las estepas.
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