El pasado mes de noviembre el editor de la edición española de la revista Letras libre, Ramón González Férriz, me invitó amablemente a sumarme junto a Miguel Aguilar, Andreu Jaume, Marc López, Àlex Oliver, Malcolm Otero, Javier Ozón y Daniel Tercero, a un debate sobre el nacionalismo catalán y el futuro político y social de Cataluña. Aquí publico una recopilación desordenada de aquella conversación en el restaurante Igueldo de Barcelona.
Malcolm Otero: Pujol inoculó un virus en la sociedad catalana que provocó que el catalanismo fuera lo único políticamente correcto. Ha sido el caldo de cultivo de lo que tenemos ahora. Seas de izquierdas o de derechas tienes que ser, en cierto grado, catalanista, porque si no pareces tener un desapego por tu propia comunidad. Si le preguntas a un taxista que no habla una palabra de catalán y escucha emisoras de radio de copla, te dirá que es un poco catalanista, un poco nacionalista y hasta un poco independentista. La sociedad catalana está toda infectada.
Miguel Aguilar: Coincide con un desgaste del modelo autonómico que es nacional, no solo catalán. El problema no es solo el encaje de Cataluña en España, es la articulación de España en general. El Estado de las autonomías ha sido maravilloso, y me molesta mucho que se niegue que en los últimos treinta años hemos mejorado, pero ese modelo está agotándose en todas partes, y probablemente algunos sitios deban devolver competencias al Estado central. Y a lo mejor otros deben tener más autonomía. Quizá hay que acabar con el “café para todos”, que ha sido una buena idea durante treinta años y ahora ha dejado de serlo. El problema va más allá de Cataluña.
Andreu Jaume: Yo diría que estamos viviendo un momento de confusión ideológica en el que nadie sabe muy bien qué es ser nacionalista, independentista o si hay una gran diferencia entre una cosa y otra, aunque creo que son lo mismo. Y luego está el matiz del catalanismo, que yo diría que no tiene ningún sentido una vez conseguidas las libertades básicas. Pero es que este se ha convertido ya en nacionalismo. Es lo que le ha pasado al PSC, que era catalanista durante la dictadura como forma de crítica al poder franquista, y luego, con Maragall, se identificó con el pujolismo.
Por otra parte, cuando hablamos del encaje, de la desafección, estamos utilizando el lenguaje del nacionalismo. También hay que hablar de lo que ha pasado en treinta años no solo de Estado de las autonomías, sino de nacionalismo en Cataluña. El momento en el que estamos ahora y la estrategia de los nacionalistas es una manera de disimular un problema de fondo: el fracaso de la política nacionalista. Cataluña ha perdido peso económico, político, cultural y literario por culpa de una gestión de treinta años de nacionalismo. Por eso estamos aquí en este momento. La Generalitat está en quiebra y no todo se puede achacar a un simple problema fiscal. Un pacto fiscal arreglaría algunas cosas, pero no lo arreglaría todo. Mas fue nombrado heredero del pujolismo en tiempos de bonanza, el tripartito se interpuso en su camino, y cuando llegó al poder se dio cuenta de que tendría que gestionar la quiebra de la Generalitat y el rescate por parte de la administración central, y para arrogarse un papel más digno en la historia se ha inventado esta cruzada quimérica.
Àlex Oliver: En un momento de crisis económica, el mercado de las ideas es fácil de comprar. Iñaki hablaba de diálogo, pero frente a la sublimación del sentimiento –y en eso consiste el nacionalismo– no cabe el diálogo. Estoy de acuerdo en que tenemos un problema, pero no veo solución, porque ¿cómo vamos a enfrentarnos a los sentimientos que implica el hecho de decir “Som una nació”, “Fem país”? Para Bildu o Convergència la idea federal es una broma.
Iñaki Ellakuría: Distingamos el discurso político que siempre está marcado por la campaña electoral de turno y la gente que vota a CiU. No todo el mundo quiere el enfrentamiento y la ruptura. Mucha gente que fue a la manifestación del 11 de septiembre quiere encontrar una vía de diálogo. Tenemos una responsabilidad, al margen de los partidos políticos, en lugares como esta mesa, de debatir y hablar. Y escribir, claro. Porque aparte de un puñado de artículos, ahora mismo en Cataluña hay un pensamiento político dominante, casi único…
Miguel Aguilar: Para empezar, CiU ha conseguido que en la campaña no se hable de los recortes, del copago…
Iñaki Ellakuría: Es justo lo que quiero decir. Detrás de todo esto hay mucho electoralismo.
Àlex Oliver: Cuando yo iba al instituto, en un pueblo, había adoctrinamiento. “Jornada dels Països Catalans”, “Descoberta dels Països Catalans”… Tonteé una época con Esquerra Republicana, aunque salí corriendo. En ese momento, para mi familia, que es de botiguers, lo de la independencia era una cosa de radicales, el discurso de Convergència ya les parecía bien, asumían que el franquismo había hecho cosas buenas –cosa que es muy de Convergència–, querían defender el catalán, pero eso era todo. Ahora todos son independentistas. Pero no solo eso: lo que antes no les importaba ahora les importa gracias a treinta años de políticas nacionalistas. Antes ciertas cosas les daban igual, ahora les parecen imprescindibles.
Andreu Jaume: Hemos transigido con la idea de que fuera del nacionalismo no hay vida política. El pujolismo creó una maquinaria que devoró todo el espectro político, de tal modo que el PSC, que era un partido transversal, no da la voz a esa gente de la que nadie se acuerda en las elecciones, esa gente que forma parte de Cataluña de una manera mayoritaria, pero que no tiene voz, cuyos problemas no importan y que ha sido olímpicamente despreciada durante décadas de democracia. El PSC ha transigido con todo eso. Aunque me gustó lo que dijo Pere Navarro cuando fue elegido candidato del partido: que el PSC no defiende la independencia. Eso es algo valiente. Pero también está Àngel Ros, alcalde de Lleida del PSC, diciendo que el partido también tiene que albergar a gente independentista. Este es el gran fracaso.
Marc López Plana: Yo lo he vivido en primera persona. En 1999, estaba en el equipo de campaña de Pasqual Maragall y la instrucción era que no debíamos hablar de nacionalismo y no nacionalismo. Nuestros temas eran otros. Solo al final de la campaña nos dijeron que teníamos que introducir un asunto: que si Maragall ganaba plantearía lo que se llamó una “adenda” al Estatut, para actualizarlo y ponerlo al día. Ahí nos quedamos. Y fue la vez que el PSC sacó más votos de toda su historia. Pero después las cosas cambiaron, porque ganó el PP en Madrid y porque la única posibilidad que había de formar gobierno era con un tripartito. Fue una estrategia pensada por el PSC, no fueron una serie de decisiones inconexas. Si además en Madrid estaba el PP todo era más fácil, porque se eludía el principal problema, que era la relación con el PSOE. Pero después yo añadiría otra cosa. Maragall quiso pasar a la historia. Y en lugar de intentarlo cambiando el paradigma de lo que eran los temas importantes y los temas no importantes, pensó que era más fácil hacer un nuevo Estatut. Fue una mezcla de cuestiones personales, de querer tener un papel en la historia, y, simplemente, de no querer luchar para tener una política diferente en Cataluña. Los que pensábamos de otra manera perdimos.
Iñaki Ellakuría: Fue una enorme desilusión. Había una gran esperanza cuando llegó Maragall. Después de veintitrés años de pujolismo entraba otra cosa, aire fresco… Pero en el gobierno que formó entregó cultura y comunicación a Esquerra Republicana. La esperanza era que el PSC haría otra clase de política.
Daniel Tercero: De todos modos, creo que algo de culpa tienen también los sucesivos gobiernos centrales. Nos podemos culpar y decir que no hemos hecho nada, pero luchar treinta años contra el único gobierno que está implantado en Cataluña, que es la Generalitat, es complicado. Nadie nació para ser héroe. El PSC es el partido más culpable de lo que pasa, pero los gobiernos centrales han desatendido a sus propios ciudadanos en Cataluña. Por un juego electoral en el Congreso, los gobiernos de Madrid han dejado desatendidos a ciudadanos que aún son españoles.
Iñaki Ellakuría: Es fruto de un pacto que se hizo con Pujol. Él ayudaba a la estabilidad en Madrid, y a cambio se le permitía manejar aquí su chiringuito. Pero, además, Madrid no ha tenido empatía y no ha sabido comprender a los catalanes. Entiendo lo que quería decir Wert, que hay que educar a los niños catalanes también en lengua española, pero no podía haberlo dicho de una forma peor. El otro día salió Margallo comparando el nacionalismo catalán con el nazismo y el comunismo…
Javier Ozón: Llevamos treinta años de discurso nacionalista y se ha convertido en un mantra. Y el discurso político es simple por naturaleza, porque si no, no se entiende. El problema es que si existiera un discurso no nacionalista en Cataluña, ese discurso tendría que matizar, y actualmente un matiz no da para un titular. Hay que construir un discurso nuevo y en la actualidad eso es prácticamente imposible.
Malcolm Otero: Pensemos en esta complejísima realidad que es cómo van los dineros de Cataluña al resto de España y del resto de España a Cataluña. Podemos buscar en cada momento el sistema que sea más justo para proteger a los que están más desprotegidos. Pero el principio que debe regir es la justicia, no el chantaje. Cuando alguien te dice: “O me das lo que quiero o me voy”, eso no tiene fin.
Iñaki Ellakuría: Hay una gran ilustración de lo que es Cataluña. En junio hay una manifestación por el Estatut y al día siguiente España gana el Mundial y se celebra en la calle. El gran problema es que el discurso mayoritario nacionalista ignora esa realidad. Yo no soy nacionalista, pero me preocupa mucho que se fracture la sociedad catalana.
Àlex Oliver: España es un pacto que yo puedo defender. No me hacen falta banderas para hacerlo. Pero entiendo que desde Madrid, donde están las instituciones del Estado, tendría que defenderse este pacto. No hacer una defensa nacionalista de nosotros contra ellos.
Andreu Jaume: Es el gran error no solo de Cataluña, sino también del resto de España, desde la Transición hasta hoy. Se tendría que decir que en España no hay una lengua, hay cuatro. Hay que decir que el catalán es una lengua española.
Iñaki Ellakuría: Lo que me gusta de España es su mezcla y su variedad. Hay que explotar eso.
Andreu Jaume: Una de las tantas cosas que se perdió con el franquismo, que sí existía en la República, era la relación entre escritores en catalán y en castellano. Vicente Aleixandre era amigo de Foix, Gabriel Alomar era muy amigo de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, se leían, se comentaban. Eso desapareció. No hay un diálogo. Y eso resulta en un empobrecimiento de las dos culturas.
Marc López Plana: Lo que tenemos que preguntarnos es qué ha pasado. ¿Por qué una parte importante del PSC ha cambiado y yo, que también soy militante del partido, no?
Miguel Aguilar: La segunda pregunta es si el proceso es reversible. Si la familia de Àlex, por ejemplo, puede dejar de ser independentista. Esa es la clave. Ayer una amiga me decía que la relación que su hijo de diecisiete años mantiene con la estelada es la misma que la que ella mantenía con la foto del Che. Un símbolo de rebelión, pero solo estética a fin de cuentas.
Iñaki Ellakuría: Pero CiU ha asumido ese discurso.
Andreu Jaume: Pero es que, como decía Javier, es imposible en un momento como el actual articular un discurso político matizado.
Iñaki Ellakuría: El nacionalismo se ha sabido articular, ha creado think-tanks, está en la prensa, tiene opinadores respetables, se ha introducido en todos los partidos, en las redes sociales, han publicado un artículo en el New York Times. Eso es innegable. Aquí, el no nacionalista apenas está organizado.
Daniel Tercero: Ya estamos en un país federal. Y asimétrico.
Iñaki Ellakuría: No, a los nacionalistas catalanes no les parece lo mismo llamarse “Comunidad Autónoma” que “Estado federado”. No es lo mismo. Y dentro del nuevo marco se puede dar singularidad a Cataluña, País Vasco y Galicia.
Andreu Jaume: De todos modos, esto ya es una victoria de la maniobra nacionalista. En Cataluña hay un montón de problemas acuciantes como la corrupción, el paro o la crisis, y aquí estamos hablando de federalismos y confederalismos. La verdad, eso no es lo que toca.
Miguel Aguilar: De acuerdo, pero puede sacar a seiscientas mil personas a manifestarse a la calle. Hay que tener eso en cuenta.
Javier Ozón: Los políticos solo pueden pensar políticamente. No están interesados en la solución de los problemas reales mediante criterios técnicos. Ven las cosas en función de los votos que les pueden dar o quitar. Y eso es lo que están haciendo.
Àlex Oliver: Lo que no sé es qué hacemos con la gente que no creemos en todo esto, que no queremos saber nada de todo esto.
Marc López Plana: Ese es el problema. Pero es que pasa una cosa que dijo el otro día Mas. No pertenecemos a lo que él llamó la “Catalunya millor”, y de la que excluye, simplemente, a la gente que no está de acuerdo con él. La “Catalunya millor” son el grupo de empresarios jóvenes a los que Convergència lleva tiempo acercándose y que ahora están triunfando, en buena medida por el apoyo de las instituciones. Y que apoyan la independencia. Y que no tienen miedo de decirlo. Esa es la “Catalunya millor” para ellos.
Miguel Aguilar: Lo que me asusta de esta generación, que conforma el entorno y los cargos medios de CiU, es su emocionalidad.
Andreu Jaume: El no nacionalismo no es una ideología. Tiende a ser individual, matizado, solitario y si me apuras melancólico. El nacionalismo, en cambio, es colectivo, ilusionante, festivo y más fácil de compartir. Es difícil luchar contra eso.
Para leer el debate en su totalidad:
http://www.letraslibres.com/revista/convivio/tertulia-en-el-igueldo
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