El otro día comentaba, o al menos dejaba entrever, que no me gusta nada esto que ha hecho Random de sacar tres novelas de Mario Levrero, directamente en su sello DeBolsillo, sin darle un ápice de atención, mientras que esa misma empresa, de nombre que no de fondo (editorial), va sacando a la luz de manera tranquila pero constante la obra de este genial escritor uruguayo al otro lado del Atlántico (concretamente en Random Argentina). Por si fuera poco, es imposible pedir estos libros a la propia editorial o distribuidora; trabajo en una librería y el comercial me comenta que, si bien son la misma empresa, a la vez cada una funciona de manera independiente. Me da un teléfono de contacto, que ya poseo, para llamar a administración, pero la pobre mujer que me atiende al teléfono poco sabe, más allá de que en su base de datos no aparece el título por el que pregunto. Por si fuera poco, sé que en Madrid hay una librería (habrá más) que sí te consiguen esos títulos, pero a precios un poco elevados. Entiendo que al cruzar varias aduanas se encarezca el prodcuto y estoy dispuesto a pagar más por ello (nunca he tenido pudor alguno en dejarme el dinero en libros ya que lo considero como dinero bien invertido). El problema viene cuando, haciendo una búsqueda de las obras de Mario Levrero que tienen en su catálogo, me encuentro con que Caza de conejos, libro ilustrado editado por la editorial Libros del zorro rojo (Barcelona) cuesta tres euros más que en cualquier librería del resto del país. Entonces me pregunto, ¿por qué cobra más por un libro editado en España cuando este hecho es denunciable ya que, por ley, todos los libros tienen el mismo precio fijado por el Ministerio y la editorial? Así las cosas, ¿qué me hace pensar que no me esté cobrando de más los gastos de gestión del pedido por cruzar el charco? Me hace desconfiar un poco aunque sé que pagaré en algún momento. Aunque por el mismo precio, prefiero comprarlo en una librería Argentina y pagar los portes que acercarme a la librería de Madrid. En fin, dediquémonos a la novela que al fin y al cabo es de lo que se trata.
En Nick Carter es todo tan extravagante, tan surrealista, tan divertido, tan sexualmente marciano, que es una delicia. Sé que no es su mejor novela, pero poco importa. Está todo tan desconectado de la literatura al uso, que es literatura en estado puro. Con guiños a Lovecraft, Kafka, las novelas policiacas, los folletines del XIX donde se descubre en las últimas páginas que todos los personajes son parientes.
Es una novela que recuerda a la escritura automática de los surrealistas, solo que en la novela de Levrero sí que está todo interconectado. La obra es un continúo seguir avanzando, seguir escribiendo, como única forma posible de llevar a buen puerto la narración. De carácter marcadamente expresionista y esperpéntico, de una oralidad envidiable, Nick Carter, dinamita las normas y tanto le podemos ver escribiendo en tercera como en primera, como que la acción trascurre en los espejos, en la televisión o o en la propia narración.
Diferente, inclasificable, único, todo el mundo debería leer a Levrero.