Maus – Art Spiegelman

En la calle Salud, cerca de la Gran Vía y al lado de la Casa del Libro hay, o había, no lo sé porque hace tiempo que no paso por allí, una sucursal de la misma librería con ofertas especiales. Recuerdo haber visto una pila de Maus hace diez o doce años a 5´95 euros. Los estaban saldando. Hojee un ejemplar y estuve a punto de comprarlo, aunque finalmente lo descarté.

Con la aparición de Metamaus, el libro en el que se cuenta la construcción de Maus, le conté a una de mis compañeras que no tenía ni idea de novela gráfica (me gusta distinguir esta palabra de la de cómic, que la utilizo más para hablar de superhéroes, aunque es una distinción puramente personal). En otra librería en que trabajé, otra compañera me hizo un listado: Blankets, Píldoras azules, mucho de Paco Roca... y aunque conservo el papel aún no me había puesto a ello. Finalmente, la semana pasada mi compañera (actual) me prestó Maus.

Más allá de la historia, una biografía sobre el padre de Art Spiegelman, Vladek, judio polaco en medio de la II Guerra Mundial, esto es, Holocausto, hambre, vejaciones, brutalidad, miseria, etc., lo que más me ha llamado la atención es su narratividad y la metaliteratura, presente en toda la novela. En realidad el concepto es sencillo pero está bien tramado; cada capítulo comienza con el propio Art hablando con su padre, quiere que le cuente lo que vio y vivió aquellos años puesto que se está documentando para escribir una novela gráfica sobre ello. Así, tras retratarnos cómo es su padre a fecha de hoy (un tipo ávaro, maniático y perfeccionista, que muestra a la perfección el tópico de judío que preocupa a su hijo a la hora de contar la historia), nos adentramos en la Polonia ocupada primero y en los campos de exterminio después. En un momneto del libro, como si de Cervantes se tratara, en una vuelta de tuerca aparece, no ya un ratón (que es como representa Spiegelman a los judíos), sino un hombre (el propio Spiegelman) con una careta de ratón hablando de la primera parte de Maus, del éxito que ha tenido y del dinero que le ofrecen para llevar la obra al cine. Me parece sencillamnte genial.
Otro aspecto a destacar me parece el punto de vista del narrador. Spiegelman, no se centra tanto en la barbarie nazi, que también, como en las profundas secuelas psicológicas de los supervivientes y, más aún, de los que ni siquieran vivieron aquello, como el propio autor, que se siente culpable precisamente por no haber estado. El padre de Vladek, por su parte, vive en constante tensión y acumulando y guardando todo, ya sea comida o papeles por si acaso le hacen falta en algún momento.

En cuanto a las ilustraciones, Spiegelman utiliza una técnica expresionista que hace recordar a los grandes directores de los años veinte y treinta: Murnau, Robert Wiene o Fritzz Lang.

Supongo que esta novela es la típica para acercarte al mundo de las novelas gráficas. Conmigo, al menos, ha tenido su efecto.


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