Tanto tiempo en la guerra,
y tantísimo tiempo esperando noticias,
esperando esa carta,
esa carta que nos confirmará
en el nombre sagrado del amor:
esa carta que nos habla de amor.
Esa carta que nunca llega.
Dura y dura la guerra
y esa carta no llega.
Y, sin embargo, a fuerza de esperarla
la hicimos verdadera.
Y ya no vendrá nunca,
pero el cielo resiste,
el mar triunfa furiosamente,
el agua ondea su bandera.
Y la carta quedó en su trayectoria,
en ese itinerario hacia nosotros.
Ella quedó y nosotros seguimos,
Vimos crecer la hierba
y ese día nos olvidamos del cartero,
nos olvidamos de que estábamos tristes
y nos fuimos a comprobar el mundo.
Porque la carta no llegó
pero a cambio llegó la vida
¡quién nos lo iba a decir
después de tanto tiempo en guerra!
Francisca Aguirre, Los trescientos escalones