Diviértete, ¿me oyes?, cuesta mucho trabajo divertirse, y ten paciencia, no demasiada, y cuídate como si supieras que no siempre vas a ser joven, aunque no vas a saberlo y está bien, y que siempre haya sexo, hazlo por ti y también por mí, hasta por tu madre, mucho sexo, y que los hijos vengan tarde, si vienen, y ve a la playa en invierno, en invierno es mejor, ya vas a ver, y que de vez en cuando viajes solo, y que no te enamores todo el tiempo, y sé coqueto, ¿me oyes?, los hombres que no son coquetos tienen miedo de ser maricones, y si eres maricón, sé un hombre, en fin, los consejos sirven de poco, si no estás de acuerdo no los escuchas, y si ya estás de acuerdo no los necesitas, nunca confíes en los consejos, hijo, un agente de viajes recomienda lugares a los que nunca va, me vas a querer más cuando envejezcas, pensé en mi padre en cuanto nos bajamos del camión, el verdadero amor por los padres es póstumo, ya me siento orgulloso de lo que vas a hacer, me encanta cómo cuentas las horas con los dedos cuando pones el despertador, ¿o te crees que no te veo?, lo haces a escondidas, por debajo de la manta, para que yo no sepa que te cuesta hacer la suma, voy a pedirte un favor, pase lo que pase, por muchos años que tengas, no dejes de contar las horas con los dedos.
(De la nueva novela Hablar solos, ahora en México.)