Hace años apareció
Neira Vilas en nuestro instituto. Nos recogieron a todos en el auditorio y oímos lo que venía a decirnos. Puede que todavía viviera en Cuba. Se había casado con una cubana, también escritora. Parecía una pareja bien avenida, como un pequeño mundo sin dudas. Se complementaban al hablar y se reían mucho, como si hubiesen ensayado su buen humor y eso les pusiese de mejor humor todavía. A veces se da el caso; una pareja como bucle filosófico, como aporía; uno, espejo del otro, y el otro, espejo del uno. Sin fisuras. Yo creo que en la pareja siempre es sano llevarse un poco la contraria; es una medida higiénica, una vacuna. Después me enteré que los Neira Vilas volvieron a Galicia y montaron su fundación. Por supuesto no recuerdo nada de lo que dijeron aquel día. Supongo; Galicia, el idioma, la emigración, una vida. Recuerdo una cosa; como escritores que eran hacían ejercicios de escritores. Por ejemplo; describir objetos que tuvieran cerca. Una lámpara, una mesa, un sofá. Después se leían esos ejercicios el uno al otro. Aquello de los ejercicios se me quedó grabado. Pobres escritores, qué aburrimiento.
En todo caso parecían buenas personas, contentas con el mundo que les había tocado. Tenía la impresión de que vivían en otro planeta, o al menos
en otra dimensión. Ayer me encontré con unos diarios de Neira Vilas. Le eché un vistazo. Una agenda de actos oficiales, conferencias, mesas redondas, actos solidarios. Lo peor de ser escritor; esa agenda y aquellos ejercicios.
Una vaca y un niño, o un niño y una vaca. Lo importante es la cuerda y el palo.