DOMINATRIX
DOMINATRIX
Soy mujer que tiembla con tu mirada y desea tu cuerpo. Me excito –sólo con tu llegada- aunque te vea de lejos. Recuerdo el día que te hablé con desprecio… Mantuviste la calma, pero, un pequeño tic en tu párpado derecho, me hizo sonreír y crecí por dentro.
Quizás, deba cambiar mi hábito de sumisa y vestirme de cuero. Empujarte contra la pared, destrozar tu camiseta y lamer tu torso, tus tatuajes y tu falo, erecto.
Convertida en posesa, soy capaz de descuartizar a cualquier hombre y, tú, no eres ni más ni menos. Sujetaré tu rostro con mis manos y lo recorreré con mis labios, húmedos, voluptuosos, tiernos. Azotando tus músculos con mis dedos.
Desearás penetrarme y, yo, dejaré que se cumpla tu anhelo. Cuando vayas a conocer mi salvaje oquedad y su fuego, te empujaré con todas mis fuerzas… Te dejaré sin aliento.
No saborearás la mariposa, carnosa, que atesoran mis piernas ni los estiletes, sonrosados, que culminan mis senos. Mi furia te habrá desterrado, te habrá enviado fuera de mi terreno…
Me ducharé con agua fría o por el contrario, mi triunfo, hará que goce sin tenerte dentro.
Pero, tú. Tú –corderillo de metro noventa- no podrás desprenderte de mi perfume, de mis caricias, de mi piel de terciopelo.
Calma ¡tigre! Sé que estás excitado. Estoy acostumbrada a ser el ombligo del mundo… Siempre he caminado por una pasarela, mientras los hombres me miran y babean.
Tu hora ha llegado. Conocerás el placer de mis secretos… Tengo tantas pieles como disfraces.
Me vestiré de cuero o llevaré coletas y una piruleta que, incesante, chuparé con empeño; me veras de enfermera con inyecciones, letales o trajeada de caballero con un puro que apagaré en tu recias carnes.
Te enviaré un WhatsApp y te diré dónde acudiré. Te poseeré dónde y cuándo quiera: en un ascensor, trasparente; en un probador, de grandes almacenes; en un motel de carretera o en una cabina de Sex shop, mientras una muñeca de plexiglás nos hace gozar a los dos.
Nunca sabrás cómo apareceré, si de Teniente O’Neil que te amarra con cinta americana o de Nancy que lame tu pellejo. Nunca sabrás si portaré látigo o collar de perlas. Nunca sabrás si dejaré que la candente cera resbale por tu torso o si será un pluma la que deslice por ti sien.
Lo averiguarás cuando aparezca y caigas de rodillas. Lo averiguarás cuando, sublime como una reina, deje que me adores de la cabeza a los pies.
Quizás, sujete tus muñecas con grilletes, clave alfileres en tus piernas o muerda tus pezones. Pero, nunca cubriré tu rostro, quiero ver el placer que experimentas… Deseo que nunca me dejes de ver.
Yo, la sumisa convertida en domina. Yo, la sumisa que te pateará con botas de serpiente o te azotará con fustas de hiel.
No te acerques a mí, que no te huela... No te pongas a tiro, porque te someto, aunque no quieras; rompiendo tu frialdad y destrozando tu cuerpo, intrépido.
Avisado estás… De lo contrario, te convertirás en mi juguete y, yo, en el objeto de tu deseo. En la mujer que siempre desearás...
PD. Extraído de mi novela “De sumisa a domina”. Capítulo primero: Fantasías con Alexander Skarsgärd
Lady Heather Kessler
Ann@ Genovés
11/11/2012
Con S. Registro PROPIEDAD INTELECTUAL V-1825-12