(Ilustración de autoría desconocida sacada de aquí)
Las paredes de oxígeno
que separan
tus vértices
de los míos,
mi acorazado perfil
de tus puntiagudas aristas,
se duermen de noche,
y notamos el descontrol,
y la ceguera de los átomos,
y nos besamos,
soñamos besarnos,
soñamos el estímulo del amor
y el tacto,
el tacto de respirar certeza.
Y digo
magia,
y grito
detente,
y engaño al vacío ocular
que impide el sueño;
y río,
río fuerte,
para pausar justo el momento
del baile del apego,
para acariciar durante el sueño
-noctívago-
el carpe diem eterno.
Y olvido así,
el miedo a la metáfora
de acabar dentro de un final
de carne palideciendo.