Ya tienes cuarenta años. Ya te puedes morir
de cualquier cosa, sin que a nadie le extrañe
demasiado. Ya has vivido –aunque no
te lo parezca–, lo mejor. Se finí para ti
el baile, amigo. Ya has firmado. Visto estás
para sentencia. Ya no te salva ni Dios.
Karmelo C. Iribarren, Seguro que esta historia te suena. Poesía completa (1985 – 2012)