Lola
Me siento enormidad sobre la sombra
que con manos pequeñas recoge
el gran fruto de luz de la penumbra,
crío que edifica un castillo almenado de vida
con la tierra baldía de una orilla en el desierto del mundo.
Me siento hombre y escultor que recupera su tiempo
al esculpir una miríada de instantes
en la marmórea eternidad de esa mujer,
piedra despierta donde ya dormitan todas mis estatuas.
Me siento nacer, voladura de una gris cantera
que siembra la ciudad yerma de hojas, frutos y alondras,
me siento hermano de mis letras y suspiros,
me siento amigo de mi amigo,
hijo de mi madre,
diluvio de mejor vida sobre esta árida muerte.
Me siento en la mitad del gentío,
tan perdido como el gentío,
desencontrado como el gentío,
minúsculo titán en el gentío,
solo en el gentío.
Y sin embargo una equis roja en el mapa,
una brújula de luz
en aquel vestido de negra penumbra
que sobre el nombre, voz,
senos, muslos y sexo suyo
será una hermosa noche curvilínea sobre una hermosa mañana
sobre el gentío.
Juan Bautista decapitado de todo lo que sabe,
así tomo yo la semana de siete días
y devolviéndola a aquellas aguas cálidas de mi vida
la bautizo con tu nombre, Lola.
Lola.
Lola.
Lola.