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René Magritte |
Ayer me dio por andar de espaldas. Es incómodo, sí, pero me tranquiliza no mirar hacia delante. De vez en cuando me giraba para comprobar si el precipicio seguía lejos. Así conocí a Gimena con G, una chica estupenda que mira al mundo al revés, boca abajo. Nos hicimos amigos. Ella me avisa de cualquier obstáculo que se pueda poner en mi camino, y yo la digo si alguien nos sigue. Ha robado un banco y la persigue medio continente. Andando, se nos acabó el país y llegamos al mar. Por fin me di la vuelta y nos sentamos sobre el tapón de la bañera. A lo lejos vimos un barco y una isla. La isla se fue y el barco permaneció varado. Hoy, aquí pescando sin sedal, Gimena con G ha dejado de hacer el pino y ya no se le baja la sangre a la cabeza. Hemos hecho un fuego con papel timbrado y hemos decidido soñar un cuarto de hora. Después, cuando nos hemos dormido, hemos pensado en blanco. Al despertar, la isla ha venido a buscarnos. Os dejo, dicen que allí el wifi está mal visto...