Foto: Cuanto Hipster |
Nunca pensé que llevar gafas me iba a impedir ser torero. El director de la escuela de tauromaquia vino a casa al día siguiente de formalizar la matrícula. Quería hablar con mis padres y aconsejarles que me sacaran la idea de la cabeza. Decía que las gafas no quedaban bien con la montera y que era ignominioso para un niño ser el primer torero con gafas de la historia.
Una fortuna gastaron mis padres en psicólogos hasta que consiguieron quitarme el trauma. Hoy, por fin, ya lo he superado, aunque a veces me visto de luces para cuando los amigos vienen a casa.